Influencia Social

"Los héroes son los que de alguna manera pueden resistir el poder de la situación y actuar por motivos nobles, o se comportan de manera que no hacen degradar a otros cuando fácilmente pueden"

Las Neuronas

"Es preciso sacudir enérgicamente el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas; es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo e infundirles nobles y elevadas inquietudes". Ramón y Cajal

El cambio "Duele"

"La curiosa paradoja es que cuando me acepto a mi mismo puedo cambiar".Carl Rogers.

Inteligencia Emocional

"La infancia y la adolescencia constituyen una auténtica oportunidad para asimilar los hábitos emocionales fundamentales que gobernarán el resto de nuestras vidas" Daniel Goleman

Nuestros pensamientos

"Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos". Buda

viernes, 11 de septiembre de 2015

Diferencia de sexos

Al abrir la página “Conociendo nuestrapsique, aprendiendo cómo somos”, y mirar en las estadísticas, compruebo que el número de visitantes femeninas es mayor que el de visitantes masculinos por un aplastante 69% a 31% respectivamente.

Una vez me interesé por un libro llamado “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus”. Me llamó mucho la atención la metáfora utilizada por el autor, Jhon Gray, cuando sugiere planetas diferentes como lugar de procedencia para cada uno de los sexos. Este divertido enfoque pudiera ayudarnos a comprender, por fin, que somos diferentes, ni mejores ni peores, pero sí diferentes.

Si la naturaleza nos dispuso de órganos sexuales diferentes, ¿cómo nuestros cerebros, el que nos dirige para ser quienes somos, sentir lo que sentimos, y comportarnos como nos comportamos, no iban a serlo también? 

La paradoja de la igualdad” es un documental noruego que nos habla de esta distinción entre hombres y mujeres. Noruega es el país con más igualdad entre hombres y mujeres. Los creadores de dicho documental se dieron cuenta que, aun siendo el país con mayor igualdad entre sexo, los trabajos de ingeniería, por ejemplo, estaban más desarrollados por hombres, mientras los trabajos de enfermería, por ejemplo, eran más desarrollados por las mujeres. La conclusión que llegaron estos observadores documentados es que cuanto más igualdad y, por ende, libertad de elección tengamos, más notorias se harán esas diferencias. En un país en crisis se trabaja de lo que se puede, pero una vez tengamos la libertad de elegir libremente (como en Noruega) qué tarea desempeñar, a qué dedicarnos, las diferencias se hacen de una forma más objetivas, sin sesgos, pues cada cual se enfoca en lo que realmente le gusta y siente.

Todos somos mujeres hasta que se demuestre lo contrario

En el momento en el que el espermatozoide se encuentra con el óvulo queda determinado el sexo del bebé. Cromosomas “XX” niña, cromosomas “XY” niños. Pero durante las primeras 7 – 8 semanas de gestación, y en este tiempo el feto ya ha desarrollado los dedos de las manos y de los pies, el cromosomas “Y” no se expresa. Nos desarrollamos todos, sin excepción, como chicas hasta transcurrido ese periodo en el que se expresa el cromosoma “Y”. Tras su expresión comienzan a formarse los genitales masculinos (testículos y pene). Los testículos liberarán grandes cantidades de andrógenos, como la testosterona, que impregnarán al cerebro y lo hará diferente al de las mujeres

Muy a pesar de los machos machistas, como decía mi profesora de Psicobiología en mi primer año de carrera, “esto es así”.

Así que la igualdad total dura eso, 7 – 8 semanas. A partir de ahí, somos diferentes.

Los “localicistas” argumentaban que cada función de nuestro organismo, o nuestras conductas (hablar, ver, reír, tener miedo, etc.), estaban localizadas en un área concreta de nuestro cerebro. Así Broca descubrió el área que lleva su propio nombre, “Área de Broca”, estrechamente relacionada con el lenguaje verbal. Y no fallaron en su totalidad con esta argumentación, pues cierto es que cuando alguien sufre un daño en esta área en concreto su capacidad para hablar se ve impedida por lo que se conocen como afasias. Pero no dar un paso más a esta teoría sería aceptar que nuestro cerebro se comporta como una simple máquina. El “Área de Broca” está situada en la corteza prefrontal izquierda. Kacie Caves era una joven de 10 años cuando comenzaron sus ataques de epilepsias que se originaban en todo el hemisferio izquierdo y descontrolaba fuertemente toda la parte derecha de su joven cuerpo. Tenía más de 100 ataques epilépticos al día, por lo que era insoportable vivir así, e incluso un ataque de la envergadura de los que tenía la pequeña podría matarla. Entonces los médicos propusieron realizarle una hemisferectomía, esto es, la extirpación completa de un hemisferio cerebral, en este caso el izquierdo, el foco de los ataques de la pequeña Kacie. Pero, ¿qué pasaría con el lenguaje y las demás funciones “localizadas” en el hemisferio izquierdo? Su cerebro se reorganizó, la neuroplasticidad se hizo evidente. Kacie hoy es una mujer que puede andar y hablar.

El funcionalismo o localicismo, es un buen punto de partido, pero la complejidad de la “máquina” más sofisticada del Universo va más allá. Los cambios adaptativos que puede realizar, y que de hecho realiza, tienen un trasfondo biológico – evolucionista. Es una máquina viva, la cuidadora de nuestra especie, de nuestras vidas.

Si lo hace el organismo es porque desempeña una función evolutiva.

El hecho de que, por ejemplo, las mujeres sean más empáticas que los hombres no es fruto de la casualidad. El hombre iba de caza, la mujer se quedaba cuidando de los hijos y, para ello, tenían que ser capaces de identificar qué sentía un niño cuando lloraba. El hombre no se ocupaba de ello, por lo que no desarrolla esa capacidad del mismo modo que las féminas. Esto es solo un ejemplo, pero podríamos poner muchos más. La musculatura del hombre superior a la de las mujeres es otro ejemplo de la diferentes roles que siempre han desarrollado cada uno de los sexos en la historia de la evolución.

Los orgasmos femeninos.

El cerebro de la mujer se desconecta más del mundo exterior cuando hay sexo de por medio. Cuando realizaban el acto sexual el hombre siempre tenía que permanecer en parte vigilante ante cualquier ataque repentino de algún depredador o rival. La mujer no se ocupaba de ello por lo que podría preocuparse más de esas sensaciones placenteras que producía el acto reproductivo.

Solemos confundir igualdad de oportunidades, de derechos y de obligaciones con la igualdad absoluta, como si realmente fuéramos iguales. Somos humanos, hombres y mujeres y es por ello por lo que tenemos el derecho a igualdad de condiciones, de oportunidades y a no ser discriminados por nuestro sexo, seamos hombres o mujeres, pero no alegando para ello, que esto es algo diferente, que somos iguales. Pues no, no lo somos, para lo bueno o para lo malo. Las mujeres, y siempre generalizando, son más empáticas que los hombres y estos últimos más fuertes. A los niños, muy a pesar de muchos, van a preferir jugar con camiones que con muñecas y ellas, las niñas, van a preferir jugar con muñecas que con balones de fútbol. Os invito a que veáis el documental “La paradoja de la igualdad” para que os acabéis de convencer.

Los hombres somos de Marte, y las mujeres son de Venus.







sábado, 5 de septiembre de 2015

Un Buen Guerrero


Ahora comienzan a oírse las notas armónicas de tu piano, aún leves, aún lejos, aún tristes, marcando el compás que recorre mi cuerpo, el que gira sobre sí mismo, el que ve los cuerpos abatidos en el albero, los que lucharon hasta la muerte, la que a todos nos llega, inevitablemente.

El público en pie, agitado, eufórico e insolente , ensimismado en el sufrimiento, el dolor y la muerte de los que perecieron en la batalla que acaba de librarse. Me aclaman, veneran y  honran. El sonido del bullicio, de la algarabía y del fandango se entremezcla suave con la melodía que emana de la yema de tus dedos, y, como el viento de principios de otoño, va cogiendo fuerza, llevándose consigo las hojas del árbol florecido. Ahora puedo oírla, acallando el rugir del tumulto y la ignorancia, e imaginando que cada una de tus notas es un latir, un palpitar que se apagó, un renacer.

Inclino la cabeza. Ahora no puedo oíros, y tampoco veros. Las lágrimas que manan de mis lastimados ojos se mezclan con la sangre derramada. Puedo olerla; huele a sufrimiento, consternación y pesadumbre, huele a libertad robada, a ilusión perdida, a sueños mutilados por la afilada espada de la injusticia y el desdén. Veo los rostros de aquellos que perecieron, de aquellos osados, que aún postrados y languidecidos, arrodillados, lucharon hasta el final. Invento sus nombres, imagino sus voces, ideo cada ilusión ahogada en la ciénaga de amargura que yace a mis pies, experimento el sentir del miedo de ese instante que se va y que abandona el dolor corpóreo y terrenal.

Pienso en sus mujeres, esperando un regreso inexistentes, ahogadas en la incertidumbre que se convertirá en tormento en el momento que comprendan que estas notas ellos no podrán oírlas.  Pienso en sus hijos, vulnerables, incapaces de comprender por qué mamá no está alegre si papá se ha ido al cielo, porque el cielo es bueno, porque allí se pueden oír todas las melodías, porque los ángeles son músicos.

Sé que seguís aclamando y vitoreando, frenéticos y fanáticos. Sé que para ustedes esto es solo un pasatiempo que rellena unas vidas vacías de amor y llenas de mentiras, las que ustedes mismo os creáis, las que ustedes mismos os creéis. Sé que antes de que mis lágrimas se sequen ya habréis olvidado lo ruegos de perdón, las súplicas de clemencia de aquellos que lo dieron todo, que lucharon hasta la muerte, hasta el último momento, consumidos con el último suspiro. Sé que mañana no recordaréis este instante, o sí; y de ser así, quizás os jactéis de haber actuado bien, de poseer conciencias limpias, y esto mientras ocultáis vuestras vidas vacías de amor bajo un grueso manto de indiferencia.

Sé todo esto, soy consciente. Pero también sé que nunca podréis oír esta bella melodía. 

Para aquellos que tras luchar contra la tristeza, el desconsuelo y la pesadumbre nos dejaron, extasiados tras una batalla que no pudieron ganar. Tras de sí dejaron una vida de sufrimiento, de batalla, de ilusión perdida. 



martes, 1 de septiembre de 2015

El Ego a salvo tras una ruptura sentimental...

Si nos disponemos a enumerar cada una de las emociones que llegamos a experimentar a lo largo de nuestra vida nos daríamos cuenta que son más las emociones y sentimientos negativos que los positivos. Con esto no me estoy refiriendo a caracteres de personalidad, ni tampoco a estados anímicos de un individuo a una situación determinada. No es algo individual, sino una característica de nuestra especie. Poseemos un repertorio emocional fruto de la selección natural. Esto es, para protegernos, para salvaguardarnos de los peligros, para asegurar nuestra supervivencia, para ello surgieron las emociones. Sin ellas hoy no estaríamos aquí . Las emociones básicas son seis: alegría, sorpresa, miedo, ira, asco y tristeza. Si nos fijamos, el resultado es favorable a las emociones negativas. Las emociones son reacciones psicofisiológicas que produce nuestro organismo ante la presentación de estímulos tanto externos (un ladrón) como internos (pensamientos). A través de esas reacciones de nuestro organismo se desencadenan una serie de respuestas automáticas que serán evaluadas por nuestra mente, relacionando el estímulo, la reacción psicofisiológica dada y el resultado final para, posteriormente, desencadenar un sentimiento determinado. Tras esa relación, lo que Antonio Damasio denominó Marcador Somático, es cuando se produce el sentimiento.

*

Dicen, y no deben ir demasiado mal encaminados los que lo dicen, que hacen falta diez buenas acciones para equilibrar una mala acción. Si, por ejemplo, nos fijamos en los procesos de condicionamiento clásico. Un estímulo neutro (una campana) presentado repetidas veces junto con un estímulo incondicionado (alimento) producía una respuesta condicionada (salivación) casi con la misma fuerza asociativa que la respuesta incondicionada (salivación) posterior al estímulo incondicionado (alimento). Esto es, la campana en sí no produce ningún tipo de respuesta. El alimento produce una respuesta que es la salivación. Cuando se empareja la campana con el alimento las suficientes veces, de la forma contingente, se asocian, llegando el momento que el simple sonido de la campana produce salivación. Esta asociación es el principio del condicionamiento clásico y, como este, hay infinidad de ejemplos. Esto ocurre, como hemos dicho, tras el emparejamiento de los estímulos neutros e incondicionados repetidas veces.
Imagina que montas a caballo desde hace varios años. Eres un jinete experto. Realizas saltos de obstáculos y galopas a gran velocidad. Tu dominio del ecuestre es tal que has ganado varios premios regionales en doma y salto. Pero un día de infortunio ocurre el desastre. Hacía viento y una bolsa de plástico que algún desarmado y guarro espectador dejó caer al suelo fue arrastrada hasta el interior del picadero asustando a tu noble caballo que, realizando un movimiento brusco e inesperado, te tira de la silla y caes al albero. Luxación de hombro y la cadera dislocada. Tras la recuperación no vuelves a ser el mismo. Has montado miles de veces y ahora, tras la caída, tras una sola caída, te encuentras atemorizado y tu corazón se dispara con el solo pensamiento de volver a montar a caballo. Un solo emparejamiento hace que tengas miedo a montar a caballo. ¿Cuántas veces debes montar a caballo sin sufrir daño alguno hasta que se te quite el miedo que adquiriste tras el accidente? Seguramente más de diez.  Parece ser que cuando a supervivencia se refiere un solo emparejamiento es suficiente para asociar los estímulos.

Nuestro cerebro está preparado para garantizar nuestra supervivencia, y esta es la razón por la que, primero, hacen falta diez buenas acciones para compensar tan solo una mala acción y, segundo, para que nuestro repertorio de emociones negativas sea superior que al de emociones positivas. En éste último caso, que no sintamos alegría no pone en juego nuestra supervivencia, pero si no sentimos miedo podemos ser asesinados, si no sentimos asco podemos ingerir un alimento podrido que nos lleve a la muerte, si no sentimos ira no podríamos defendernos, y así sucesivamente.

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¿Compensa enamorarse?

Conociste a tu media naranja. Fue un flechazo en toda regla. Estabais en el lugar preciso en el momento oportuno. Esas miradas, esos guiños y esa sonrisa que nunca podías dejar de mirar cuando estabais juntos, e imaginar cuando la distancia se interponía entre vosotros. Estabais recelosos, pues el amor, mejor dicho el desamor, ya había hecho mella en vosotros en relaciones anteriores. Pero, ¿cómo no apostar por un sentimiento tan fuerte, por una sonrisa tan pura y mágica, por los momentos del vino y de lunas llenas, por los fuegos artificiales en forma de corazón, por el aroma de su cuerpo y el tacto de su piel?

Os enamorasteis, y en seguida os fuisteis a vivir juntos. Pronto os convertisteis en los mejores amigos, en amantes, en el hombro y apoyo del otro. Compartíais las alegrías y los buenos momentos, pero también las tristezas y los momentos no tan buenos, cuando los que siempre estaban desaparecían. Vigía de tus pesadillas, de tus miedos e inseguridades, guardián de tu pasado, juntos de la mano hacia un futuro. Era fantástico sentirse el uno parte del otro.

Pero un día todo se acabó. Lo supiste cuando le viste la cara al despertar. Ya no hay amor. La relación se rompe.  Se terminó.

Desconocidos, conocidos, amigos, amantes, pareja. Esta debiera ser la jerarquía ideal en la formación de una relación. Para ser amigos tendrían que ser conocidos y para ser pareja antes debieran ser amigos. Todo esto en un mundo ideal y perfecto, obviamente. ¿Cuántas parejas hay que no son ni amantes ni amigos y amantes que ni se conocen? De este modo, siguiendo esta jerarquía, ¿cómo es posible que cuando la pareja se termina, muchas veces, más de las que nos gustaría, se saltan todos los escalones anteriores de una sola vez? ¿Cuántas  personas “que solían conocerse” podríamos encontrarnos? La pareja se rompe, y dejan de ser amantes, y dejan de ser amigos, y dejan de ser, si pudiera decirse, hasta conocidos. Incluso podrían bajar a las profundidades del odio.

*

¿Qué nos impide mantener una amistad con una ex pareja incluso cuando los sentimientos “románticos”, por así llamarlos, han desaparecido? Obviamente, para que una amistad pueda desarrollarse una vez finalizada una relación sentimental con éxito ambas partes deben tener los corazones curados. Pero, una vez esto, ¿cómo no ser amigos?

Partiendo de la base que cada uno de los miembros de la pareja siempre actuó de la mejor forma que pudo, ¿por qué no florece una amistad? Quizás porque te fue infiel pero, ¿por qué te fue infiel? Quizás buscaba un cariño que no tenía. Claro que podría haberlo hablado en lugar de haber sido infiel. Claro que en esa relación no había comunicación. Entonces, ¿qué más da? ¿No fueron muchos, y estoy seguro que en la mayoría de las relaciones fue así, los momentos buenos? ¿No fueron éstos más abundantes que los malos? ¿No hubo amor, cariño, ternura, comprensión? ¿Cuántas veces os hicisteis el amor? ¿cuántos abrazos? ¿Cuántas sonrisas?

Estoy seguro que, salvo excepciones, en la mayoría de los casos los momentos buenos superaron a los malos. Y es el Ego, el ego dolido y dañado, absorto y ensimismado, ego de egoísta, el que impide que el amor siga existiendo, quizás ahora de otra forma, pero siempre con el sentido que le podamos dar a todas esas veces que nos miramos a los ojos y nos fundimos en amor.

¿Compensa enamorarme de esa persona que tan bien me cae, con el riesgo a que si sale mal la relación la pierda para siempre? Piénsalo.

Tenemos que trabajar las relaciones, cuidarlas y mimarlas para que perduren. Pero si no lo hacen, por el motivo que sea, por la culpa de uno, o de otro, ¡qué más da!, debemos darle un sentido, un espacio en nuestro corazón, donde el ego no tiene cabida, porque el amor es expansión, y donde éste esté, no haya cabida para ninguna de esas emociones negativas.

Y es que, hoy, lo que hoy somos, es el resultado de todas y cada una de las experiencias vividas en nuestras vida. Somos el resultado de nuestra infancia, adolescencia, de la educación de casa, de la escuela, y de todas las relaciones vividas con amigos y con parejas. Sería una pena obviar esa parte de nuestras vidas, obviar un corazón que una vez te llenó de amor.

Un fallo, un error, un mecanismo que nuestro cerebro adopta para garantizar nuestra supervivencia. Pero mantener al Ego vivo no es supervivencia. Porque un día, cuando pase un tiempo, mirarás atrás y, quizás, solo quizás, recuerdes ese pedacito de tu vida que un día dejaste ir por culpa de un ego que ya entonces habrá sucumbido a la compasión del que aprende que la vida es un tren que solo pasa una vez.

Es un trabajo que debemos realizar. Un patrón de pensamientos a cambiar. Nuestro cerebro es plástico y moldeable, el que nos configura, el mismo, puede ser configurado. No separemos nuestro cerebro de nuestra identidad. Somos lo que pensamos, y con el trabajo adecuado podemos matar al Ego. Depende de cómo pienses, de aceptar que no fue el otro quien jodió la relación, sino ambos, porque en el amor de pareja juegan dos en el mismo equipo, y si la partida se acaba es porque ninguno de los dos supo jugarla. Tendemos a responsabilizar a la otra persona, para sentirnos bien, para sobrevivir. Nuestro cerebro tiene una memoria ilimitada, pero su capacidad cognitiva sí lo es. Si responsabilizamos al otro, si gana el Ego, estamos salvados. Nosotros no tenemos que cambiar nada puesto que fue culpa del otro. Es el trabajo del Ego, impedirnos crecer en pos de mantener recursos para otras cuestiones. Matar al Ego es crecimiento y aprendizaje pero requiere un esfuerzo. El esfuerzo por cambiar y aceptar nuestra responsabilidad.