viernes, 22 de mayo de 2015

Un poco de Gestalt

Y ahí te enfrentas, solo, delante de esa persona desconocida que, en pocos minutos, se convertirá en la persona que le ponga voz a los sentimientos más profundos y desconocidos que hayas tenido nunca. Las emociones que generan pensamientos; y éstos, cual bucle magnético, vuelven de nuevo a producir emociones.

Esa sensación desagradable, ese nudo que te aprieta y oprime, enérgicamente, poderosamente. El dolor lo percibes, pero no sabes de dónde proviene. Solo quieres deshacerte de él. Quieres huir, ya sea en la mentira, en la verborrea, en la distraibilidad de algún pensamiento que te lleve a cualquier lugar, en el sueño, en el olvido… cualquier cosa para escapar de lo síntomas físicos a los que te están conduciendo tus pensamientos.

-       “Quédate ahí”
-       “¿Perdón?  (Quizás no haya entendido bien)
-       Quédate ahí. ¿Cómo es ese dolor?
-       “¿De veras me está diciendo que no huya ante esta sensación, ante este dolor desgarrador que me oprime todas las partes de mi cuerpo?
-       “Sí. Quiero que respires, quiero que le des sonido a este momento, que identifiques qué es lo que sientes y qué emoción es la que hace que sientas esos síntomas en tu cuerpo”
-       “Miedo”
-       ¿Dónde lo sientes?
-       “Aquí, en mi pecho, profundo, justo a la altura del esternón
-       “¿Y cómo es?”
-       ¿Cómo que cómo es? Es desagradable, molesto, tortuoso, desgarrador, escabroso, doloroso, intenso, punzante, agudo, penetrante... eterno.
-       “Cuéntame……”


No tratar de huir de los síntomas que las emociones, desencadenadas por los pensamientos, producen en tu cuerpo. ¿Por qué es esto?

Identificar una emoción como negativa es un mecanismo adaptativo para que nos alejemos de lo que nos produce mal. Y eso necesariamente se consigue cuando tu cuerpo experimenta un malestar; del mismo modo que el sexo genera placer con la única finalidad de perpetuar la especie. Si el sexo fuera desagradable ni tú ni yo estaríamos aquí en estos momentos.

Llegas a casa. Ha sido duro, intenso y liberador. Has sido tú enfrentándote a tus miedos, descubriéndote, mirándote a la cara viéndote sangrar, identificando la procedencia de esas emociones desgarradoras, sintiéndolas, dándoles ese espacio suficiente para relacionar sentimiento, sensación y emoción.

Ahora te toca a ti, emprender el camino al renacer. Y ahora sabes cómo empezar. Ahora vas a lograrlo.


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