lunes, 17 de agosto de 2015

Terapias Alternativas: cuestión de modas...

Si buscamos en el diccionario la definición de libertad encontraremos la que sigue:

Libertad: Facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad: la libertad es un derecho humano básico.

Libertad de decisión, de cátedra, de expresión. Cuando sentimos que no la poseemos, anhelamos la libertad más que cualquier otra facultad o característica que pueda gozar el ser humano. Todo el mundo quiere sentirse libre, pues tal y como se cita en su definición, es un derecho humano básico.

Pero, ¿realmente somos libres? Asusta pensar que no, ¿verdad?

Recuerdo que, cuando vi Matrix por primera vez lo primero que pensé, una vez acabado el filme, es que podría estar basada en hechos reales (sepa el lector asociar correctamente la analogía metafórica).

La cuestión entonces es hasta qué punto gozamos nosotros de libertad absoluta o somos víctimas de un sistema que nos hace pensar que realmente lo somos, al mismo tiempo que danzamos al unísono cual marioneta de trapo es manejadas por un niño caprichoso.

¿Acaso no vestimos como quieren que vistamos, no comemos lo que quieren que comamos, no nos gustan los chicos y las chicas que quieren que nos gusten, no pensamos, sí, pensamos, como quieren que pensemos? Echa un vistazo ahora mismo a tu alrededor, ahí donde estés en estos momentos, y podrás darte cuenta de lo que quiero decir.

Durante años, la publicidad ha utilizado un método infalible para adoctrinarnos; esto es, manipularnos desde la creencia que somos nosotros mismos quienes decidamos. Siempre de una forma sutil e indirecta, pero demoledora. Una vez un chico le decía a su pareja que vistiendo ropa de la marca “E9” (una línea de ropa casual de escalada) se escalaba mejor. Por supuesto que la psicología ha estudiado estos fenómenos de masas llegando a la conclusión de que son tres los aspectos que influyen y se relacionan con los efectos engañosos de la publicidad y el marketing. La edad, el nivel de conocimiento y la autoconfianza en las propias habilidades y capacidad de autocontrol, formándose una relación inversamente proporcional entre el efecto de la publicidad y las características mencionadas. Esto es, a menor edad, menor nivel de conocimiento y menor autoconfianza en las propias habilidades y capacidad de autocontrol mayor es el efecto que ejerce la publicidad en el individuo.

El tema de la edad se suele solventar (véase la ironía en la palabra “suele”) con el paso del tiempo, pero las otras dos características van más de la mano de la educación y de la propia sociedad que maneja los mismos hilos con los que nos movemos. Es un bucle, porque si tenemos que poseer mayor conocimiento y mayor autoconfianza en nuestras propias habilidades y la capacidad de autocontrol para que no seamos víctimas de una publicidad engañosa y traicionera y la educación externa y la sociedad solo nos están ofreciendo, y por ende convirtiendo, en personas vacías y carentes de opinión es bastante probable que nos ahoguemos en nuestra propia ignorancia, y todo ello sin darnos cuenta.

Y aquí es donde nos quedamos “esperando” que un día, como por arte de magia, nuestra computadora se encienda en mitad de la noche dejándonos las señales para que sigamos al conejo blanco a su madriguera. Mientras tanto, aquí seguimos conectados a los hilos de la ignorancia, saboreando la libertad como esa carne extinta que solo existía en la mente de Neo.

Para mí la libertad se fabrica en nuestras mentes a través de la introspección individual, la meditación, sin mantras, sin posición de loto, sin chacras, sin meridianos, o con ellos si es más fácil, pero con uno mismo desde la individualidad. Pero, ¿cómo hacerlo si sólo sé que no sé nada? Con deseo, anhelo y ansia de conocimiento, con pensamiento crítico, mente flexible y con la humildad suficiente para aceptar que no todo lo que vemos, que no todo lo que oímos y, por supuesto, que no todo lo que hasta ahora hemos creído es necesariamente cierto.

Antes se le llamó footing, más tarde jogging, y ahora se le llama running, cuando realmente es correr lo que hacemos. Algo similar ocurrió con el cycling y el spinning para la bicicleta estática. El bífidus, la lecitina, los productos light. Los viajes a India, a cualquier parte de India, pues no conozco India, pero quiero ir a India, o Tailandia, porque lo exótico está de moda.

Algo similar, y más preocupante que el yogur con bífidus, está ocurriendo con las "terapias" alternativas en salud mental. Una vez (digo una vez por ser benévolo) oí a alguien decir que no creía en la psicología. Entonces esa persona comenzó a tratar su ansiedad, (¿o era depresión, o era Trastorno Obsesivo Compulsivo, o era “solo” un duelo, o era un Trastorno Dismórfico Corporal, o era Trastorno de Estrés Postraumático, o era Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad?) con Flores de Bach, acupuntura, e incluso Reiki. Dos años han pasado. Sin mejorías.

Lejos de criticar a quienes puedan creer (y el efecto placebo está más que demostrado ya que el simple pensamiento que un individuo puede tener acerca de su mejoría y recuperación genera la liberación de unos neurotrasmisores específicos llamados endorfinas, esto es, unos opiáceos moduladores del dolor, entre otras cosas) en las diversas “terapias alternativas” he de hacer una distinción entre dos conceptos bien diferenciados, pero que a veces mal utilizados: Creer y saber. 
Pues podemos creer que va a llover mañana, pero puede ser que no llueva, por lo que no sabemos si finalmente lloverá. Podemos creer en Dios, pero hasta el día que "te toque", nada. Podemos creer que el Barça volverá a ganar la liga, pero hasta que no acabe la temporada no lo sabremos, y eso que esto último es más que probable teniendo a Leo Messi en sus filas (tenía que decirlo). Sin embargo, sabemos que la tierra es redonda porque tenemos pruebas empíricas que así lo corroboran, sabemos que las emociones de miedo “nacen” en nuestro cerebro porque hay una región en él, llamada amígdala, que sin ésta la persona deja de expresar dicha emoción, sabemos que la desensibilización sistemática es efectiva para las fobias, que la meditación reduce la activación de la amígdala (que también está relacionada con el estrés y la ansiedad), sabemos que una lesión en la corteza  prefrontal ventromedial está asociado con un déficit de control emocional e impide que el sujeto realice la toma de decisiones de una forma correcta, esto último también se puede observar en individuos psicópatas. Sabemos y creemos son dos concepciones diferentes. La psicología es una ciencia, guste o no, pues eso es lo puede hacer en un individuo, gustar o no, pero no deja de ser algo empírico y demostrable.

En absoluto estoy diciendo que estas “terapias” alternativas funcionen o dejen de hacerlo por el hecho de que no hayan sido demostradas científicamente, pues, de hecho, muchas de las cosas que hoy en día sabemos primero fueron creencias, y luego, tras rigurosos estudios científicos, fueron fruto de conocimiento, de sabiduría. Pero del mismo modo que no podemos omitir que la tierra es redonda y que es ésta la que gira alrededor del Sol y no al contrario, no podemos obviar que la psicología, como ciencia, y como terapia, en cualesquiera de sus numerosas corrientes, es eficaz, al margen de que, como en todos los campos, existan psicólogos buenos y no tan buenos.

Ahora bien, ¿obviar lo que sí funciona, demostrado empíricamente, en pos de modas alternativas sin regazo científico en cuanto a salud se refiere, me parece una osadía de necios. ¿Seguirías tomando Actimel sabiendo que un plátano refuerza tus defensas más aún y éste último cuesta tres veces menos? Así de engañosa es la publicidad, y así de necios son los que siguen comprando un producto como el de la conocida marca de lácteos. ¿Por desconocimiento, por moda?


Que una depresión, o cualquier otro trastorno mental, pueda ser tratado con Flores de Bach, con acupuntura, con Reiki o con craneosacral, es un hecho; que tenga resultados más allá del simple placebo es algo bien distinto. ¿Y si el paciente se encuentra mejor, no es suficiente? Puede que sí, pero, ¿y las otras muchas veces que no lo hace? El paciente está pagando un precio por un producto cuya efectividad dista mucho de ser válida; y mientras paga, mientras se alinean los astros, mientras los centros se ponen donde se tiene que poner, pierde dinero, salud, y la posibilidad de que se le apliquen técnicas eficaces, demostradas a lo largo de muchos años de investigación, aunque eso sí, quizás menos cool, o se dice molón, o guay….

2 comentarios:

  1. Muy claro pero me gustaría hacer algunas matizaciones ya sabes que soy un poco "mosca cojonera". Lo que sabemos es lo que se puede demostrar científicamente? Bueno, sabemos muchas mas cosas: hay tres tipos de cococimiento el vulgar, el científico y el filosófico. Estoy de acuerdo contigo que el científico por usar el método que lleva su nombre es el que mas se acerca a la objetividad pero aún así no llega a todo y tampoco sus hallazgos no son inmutables. En el siglo XVII Newton expone las leyes de la mecánica que tres siglos mas tarde Einstein rectifica. Además hay muchas cosas que no esta en condiciones de resolver la ciencia simplemente porque no se pueden medir y... entonces? qué hacemos? Segundo, sobre la libertad y como nos manipula la publicidad y los medios de comunicación, totalmente de acuerdo hay factores externos determinantes en esa manipulación pero si conseguimos aislarnos de ellos los hay también internos y nuestro pensamiento no es libre porque está sesgado por prejuicios y condicionamientos emocionales desde nuestros primeros años de vida. La libertad de pensamiento debe intentar autocontrolar y aislarse de estas creencias a veces muy equivocadas y emociones para que de verdad seamos más libres. Pensemos en ello. Tercero y último. Totalmente de acuerdo en que la medicina oficial, la científica es la que debe asistir al enfermo en primera instancia y la responsable de curar, pero por la gestión que se ha hecho de la misma, se ha convertido en muy impersonal, especializada y poco preocupada por aspectos psicológicos. Las cifras exponen el increíble crecimiento de la medicina alternativa que se está experimentando en Estados Unidos y la cantidad de dinero que se mueve, incluso aparecen ya especialidades en las Facultades. Este fenómeno emerge ya también en Europa e incluso se esta regulando en algunos países, por lo que cuidado que cada vez come mas terreno a la oficial y debemos plantearnos la razón. Mi punto de vista es el planteamiento holistico y que desarrolla estrategias además de integrales, de hábitos de vida y de prevención. Sus profesionales eran mas motivados y comprometidos con la sociedad y tienen una preparación mas genérica y global y pueden ser más útiles para enfermedades menos graves, pregúntale a un médico que te "recete" deporte a ver que hace. Además la medicina tiene a la industria farmacéutica detrás y abusa de las pastillas de forma desmesurada y a veces receta sin ton ni son, lo que provoca efectos secundarios. Como ves doy un lugar a un punto de vista complementario, pero partiendo de la base que estoy fundamentalmente en consonancia con lo que expones. Abrazos.

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  2. Estoy de acuerdo en que no todo se puede medir, y de ahí la aparición primero de las hipótesis, que luego se convierten en teorías, válidas éstas hasta que pueda venir alguien y refutarlas y vuelta a empezar, pero cómo no empezar de desde lo empírico? Eso sí, bien tratado, con profesionales mejores, y lejos de la psiquiatría y la farmacología desmesurada de boga en pos de una salud efímera, salvo en casos necesarios como esquizofrenias, mal de parkinson. Quiero dejar claro que no digo que las terapias alternativas no sirvan, pues como digo en el post las creencias del ayer fueron la ciencia de hoy. Pero las modas a veces nos hacen tomar un Actimel antes que un buen plátano...Modas...

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