jueves, 1 de septiembre de 2016

ALEX HONNOLD PODRÍA TENER MIEDO

Y seguro que lo tiene... 

Y como la palabra “viral” (que se hizo viral), mucha de la información que nos llega (de la forma más sensacionalista posible) también se hace viral. Pareciera como si tuviéramos un mecanismo intrínseco que recompensa a (cómo no decirlo en una entrada como esta) nuestro cerebro por compartir rápidamente cualquier tipo de información digna de un emoticono (creo que así se llama) a cual más llamativo.

El escalador que no tiene miedo porque su amígdala no se activa como la de otro que sí lo tiene (me refiero al miedo). Esa es la noticia viral (no acabo de pillarle el rollo a ese nombre) que circula por las redes sociales escalísticas (este nombre me lo invento yo y también puede molar e incluso, si queréis, ser viral).

The Strange Brain of the World’s Greatest Solo Climber

Alex Honnold doesn’t experience fear like the rest of us.


De esta forma la revita Nautilus encabeza el reportaje que dedican al espectacular escalador Alex Honnold. 

He de decir que sí, que seguramente, y no pongo en duda, el bueno de Alex  (porque tiene cara de bueno; y porque seguro que también lo está el muchacho) tiene un cerebro “extraño”. Yo más que extraño lo llamaría anormal, refiriéndome a la normalidad como aquello que es más común en nuestra sociedad, cultura o como queráis llamarlo. No dudo que el funcionamiento de algunas áreas concretas del cerebro del señor Honnold sean anormales y, sin duda, admirables. Lo que sí pongo en duda es que el extraordinario escalador americano lo sea (extraordinario) porque no experimente miedo, esto es, no experimente la emoción que sin lugar a dudas ha sido más relevante para nuestra supervivencia como especie a lo largo de la evolución. Sí es cierto que se han dado casos de individuos que han perdido la capacidad de experimentar miedo, aunque no demasiados debido a que la amígdala (esa estructura cerebral primitiva con forma de almendra) en realidad sean dos, dispuestas éstas de forma bilateral, esto es, cada una en uno de los dos hemisferios cerebrales. Es famoso en la literatura de la neurología y la neuropsicología científica el caso de la paciente S. que sufrió el síndrome de Urbach – Wiethe.


Adolphs y colaboradores (1994, 1995) investigaron pacientes que sufrieron el síndrome de Urbach – Wiethe; una enfermedad autosómica recesiva muy rara la cual produce calcificaciones bilaterales en el lóbulo temporal medial, especialmente en las amígdalas (en el 50 – 70% de los casos). Ellos encontraron la imposibilidad en el reconocimiento de las expresiones emocionales de miedo en caras humanas, mientras que la habilidad de reconocer expresiones de felicidad en caras ajenas estaba totalmente preservada en estos pacientes.

Un mal funcionamiento de las amígdalas cerebrales no solo implicaría que un individuo manifestara, o no, la emoción de miedo, sino que además le imposibilitaría, entre otras cosas, a identificar las expresiones de miedo de los demás, así como presentarían alteraciones en la memoria episódica (la que tiene que ver con uno mismo) emocional. El miedo y todo lo relacionado con él desaparecerían, no existirían ni en él ni en los demás.

Por otro lado, y haciendo uso de la información que también hace la neurocientífica que ha llevado acabo el estudio del cerebro de Honnold, el escalador norteamericano, tal y como   indica la autora a través de los resultados de la Imagen de Resonancia Magnética estructural, posee una amígdalas sanas. La controversia viene cuando, dentro del escáner, se le realizan a los dos escaladores una tarea experimental de visualización de imágenes y comparan así a través de Imagen de Resonancia Magnética Funcional (donde se puede ver la activación del cerebro de un individuo mientras que realiza una tarea dada) los cerebros de ambos escaladores. La activación de las amígdalas de Alex Honnold para nada tiene que ver con la del otro escalador.

Que dos estructuras cerebrales concretas, y de dos personas diferentes, se activen ante una misma tarea de manera distinta no quiere decir que una funcione bien, o mal, y la otra de forma extraña o anormal, en absoluto. De hecho, haciendo referencia a las amígdalas cerebrales, podemos ver una hiperactividad de éstas en personas que manifiestan trastornos de ansiedad. Ahora es cuando podemos cuestionar todo lo que estoy argumentando. Si una persona que tiene ansiedad tiene una hiperactividad de las amígdalas Alex Honnold tendría una hipoactividad de las mismas. Obvio. Y seguramente esto sea así. Sin embargo, en nuestro cerebro, una masa gelatinosa compuesta por más células que estrellas hay en la Vía Láctea, todo es un poco más complejo. Una persona con ansiedad no solo muestra una hiperactividad de las amígdalas, sino que, a su vez, presenta una hipoactividad en regiones prefrontales que son más recientes en nuestra filogenia y que tiene que ver con la regulación y el control, por así decirlo, de regiones más primitivas como las amígdalas.

Aparcando un poco el tema neuroanatómico y centrándonos en el concepto cotidiano y sensacionalista del miedo, Alex Honnold sí experimenta miedo, pues de no ser así os puedo asegurar, entusiasmados lectores, que hoy Alex no estaría entre nosotros (eso quisiera más de uno, o una, yo incluido), pues ya se hubiera matado. Lo que seguramente el excepcional escalador norteamericano presente en su anormal y extraordinario cerebro sea una actividad del mismo modo extraordinaria en regiones prefrontales del mismo.

Las regiones prefrontales son las encargadas de las llamadas Funciones Ejecutivas. En general, dentro de este concepto se incluyen habilidades vinculadas a la capacidad de organizar y planificar una tarea, seleccionar apropiadamente los objetivos, iniciar un plan y sostenerlo en la mente mientras se ejecuta, inhibir las distracciones, cambiar de estrategias de modo flexible si el caso lo requiere, autorregular y controlar el curso de la acción para asegurarse que la meta propuesta esté en vías de lograrse, etc. En síntesis, organización, anticipación, planificación, inhibición, memoria de trabajo, flexibilidad, autorregulación y control de la conducta constituyen requisitos importantes para resolver problemas de manera eficaz y eficiente (Papazian, O., Alfonso, I., & Luzondo, R. J. 2006)

De este modo quizás la noticia debería hacer sido que Alex Honnold, ese extraordinario escalador norteamericano posee un cerebro “extraño” porque tiene un perfecto control ejecutivo. Claro que no hubiera sido tan viral.

Y ahora, ¿lo compartes?

;)



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